EL SISTEMA EDUCATIVO COMO MEDIDAS PREVENTIVA EN VIOLENCIA DE GENERO
EL SISTEMA EDUCATIVO EN LAS MEDIDAS PREVENTIVAS
DE VIOLENCIA DE GENERO
En estos días, tristemente, los programas informativo las distintas cadenas de nuestro país, se hacen eco de un nuevo acto brutal de violencia de género, causando en el conjunto del colectivo social un sentimiento generalizado de desánimo, obligándo a la comunidad científica a reflexionar sobre la necesidad de revisar nuestras políticas criminales en esta materia, preguntándonos si realmente estamos en el camino correcto de modificar estos indices.
A la vista de las estadísticas, como la del Consejo General del Poder Judicial para el periodo transcurrido entre los año 2004 y 2018, el número de denuncias pasó de 142.125 asuntos a 166.961, aumento que no se puede interpretar a la ligera, ni concluir con valoraciones precipitadas, no sin antes, contrastar dichas cifras con otros valores, pero a pesar de ello, el sentimiento generalizado es de impotencia, dudas sobre la eficacia de las medidas establecidas en la lucha contra este tipo de delito sociocultural.
Nunca es demasiado tarde, creo personalmente, que es el momento de valorar algunos de los esfuerzos realizado en esta línea preventiva, comprobar sus compromiso y cumplimiento, todo ello, con arreglo al programa establecido, y a tenor de sus conclusiones, reforzarlos y/o sustituirlos.
Es una realidad que las estadísticas, en este tipo de criminalidad, arrojan unos valores al alza que se agrava con el aumento de la brutalidad ejercida sobre la mujer y la aparición de este fenómeno en edades mas tempranas. Esto es un indicativo claro que este fenómeno está lejos de erradicarse, o al menos de reducirse, transmitiendo una percepción social de desánimo e impotencia.
Hay que admitir humildemente que un modelo de política criminal puramente punitivo, por sí solo, no tiene mucha eficacia como programa preventivo, a pesar de que el mismo es necesario para mantener una cohesión y orden social, por lo que en consecuencia, cualquier programa preventivo basado en este tipo de cortex punitivo, se ve abocado al fracaso o ineficacia, salvo que se complemente con otros controles formales e informales.
En estas últimas décadas estos programa han ocasionados medidas preventivas, normas y leyes orgánicas, como la Ley Orgánica 11/2003 de 29 de septiembre, Medidas Concretas en Materia de Seguridad Ciudadana, Violencia Doméstica e Integración Social de los Extranjeros; Ley Orgánica 15/2003 de 25 de noviembre que modifica el Código Penal; Ley 27/2003 de 31 de Julio reguladora de la Orden de Protección de las Víctimas de la Violencia de doméstica, modificada y adaptada a tenor de las ordenes y directrices de la Comunidad Europea y Organización Mundial de la Salud, con un único propósito la de erradicar la desigualdad sociocultural, por razón de sexo en cualquiera de sus manifestaciones, todo ello, a través de la acción motivador punitiva que evidentemente contiene entre sus fines la prevención general mediante la amenaza y coacción, aplicándose sin valorarse si realmente están a la altura de nuestras pretensiones, dejando su eficacia de contenido vacío práctico.
A la vista de lo expuesto, de una somera valoración sobre los modelos actuales de políticas criminales públicas en materia de violencia de genero como: órdenes de protección, ayudas económicas y laborales, programas específicos destinados por la administración penitenciaria para condenados por delitos relacionados con la violencia de género, creación de juzgados de violencia sobre la mujer, aplicación de medidas de protección y beneficios a la víctima, etc, me atrevería a decir, que todos ellos están enfocados al momento que se manifiesta el delito, y pocos son, los que centran sus esfuerzos a los momentos previo del delito, como cabría de esperar de un programa preventivo si lo que pretendemos es evitar que aparezca.
Revisado los programas preventivos actuales, se puede apreciar que todos ellos o su mayoría lo hacen haciendo uso de un medio, que me atrevería a decir, que no es necesario, sino obligatorio, para luchar contra este tipo de delito, hablamos de los programas instaurado en el sistema educativo, como no podría ser de otra forma.
Nuestro sistema educativo sería una herramienta muy eficaz e idónea para luchar efectivamente contra este delito, si no fuera, porque hemos obviado que este medio que utilizamos como plataforma para la lucha contra esta lacra de nuestra sociedad, está construido para el aprendizaje de la inteligencia lógico-matemática, es decir, para desarrollar habilidades ante problemas lógicos-matemáticos y no emocionales, interpersonales o intrapersonales, que es lo que se necesita para luchar contra la violencia de género.
Todas estas habilidades, esto es, inteligencias interpersonal e intrapersonal o emocional, se hallan presente entre los principales componentes que causan este fenómeno social, si tenemos en cuenta, que nuestro sistema educativo, adolece de la falta de formación y aprendizaje de este tipo de inteligencias, y por ende, no nos sera difícil pronosticar el fracaso de nuestros programas de prevención, o su escasa influencia en la población, si queremos tener resultados positivos en estas medidas preventivas, es obligatorio revisar el sistema educativo y actualizar el mismo a las exigencias actuales del momento, circunstancias que hasta ahora no se han preocupado de aplicar.
En consecuencia, no es difícil concluir, que si queremos utilizar la plataforma educativa como herramienta para las políticas criminales pública o como parte de ella, el sistema educativo debe ser multidisciplinar abarcando no solo el aprendizaje lógico-lingüistico-matemático, sino también, al emocional con un fin de socialización e interiorización de normas, etc.
Un sistema educativo contextualizado emocionalmente potencia las habilidades del sujeto como la interacción con los demás, consigo mismo y con el medio. Los programas preventivos debe tener más ambición, no conformándose con el cumplimiento de una agenda política, se deben obligar a ser más realista en el cumplimiento de su propósito de prevención.Esto no quiere decir que los esfuerzo que hasta ahora se hallan realizado sean inútiles, rotundamente no, pero resulta ser insuficientes para su fin.
El sistema actual de educación premia más los índice de coeficiente de inteligencia intelectual que el emocional, por lo que no se adapta a la diversidad de la educación, por tanto si vamos a utilizar los canales de nuestro sistema de educación en las políticas criminales públicas en materia de violencia de género, necesariamente el sistema está obligado a adaptarse a estos tiempos si quiere cumplir con su primera y principal function educar, ya que la educación se ocupa por orden de prioridades del conocer el Ser, luego el Saber y por ultimo el tener.
Juan C. Anillo



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